Hubo un tiempo en que los niños podían abrir, con sólo apretar un botón, ventanas a mundos lejanos e insólitos. Para los que, en aquellos tiempos remotos de un solo canal , se podía descubrir el oasis de color hindú del díptico languiano en un mar de imágenes planas en blanco y negro, la inolvidable danza de Debra Paget y la cobra, la caza del tigre de Esnapur, las reveladoras telarañas y los agudos claroscuros, constituirán siempre un sinónimo de cine con mayúsculas.
Frtitz Lnag, el crerador de Metrópolis o ese inolvidable Dr Mabuse y uno de los principales artífices del cine negro, al final de su vida nos deleitó con un hermoso díptico, "El tigre de Esnapur" (1958) y "La tumba india" (1959), en el que un arquitecto alemán es invitado al palacio del maharajá de Esnapur para llevar a cabo un importante proyecto arquitectónico, éste conoce a una bella bailarina, igualmente invitada por el regente, y entre los dos surge una fuerte atracción, tras lo cual ambos descubrirán que entre las pretensiones de maharajá está la de casarse con ella.
Constituye un placer volver a recorrer los subterráneos del palacio, la magia de los paisajes de Rajastan (India), lo difícil hecho sencillo, la memoria hecha sentimiento. Un díptigo, éste de Lang, realmente maravilloso que si no conocías vale la pena descubrir y en todo caso siempre está bien volver a ser niños y recrearse en ese mundo enigmático de la India fantaseada y el oriente pleno de exotismo idealizado.
Dissidenten y Marlon Klein nos presentan Bajka como despedida musical.
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