sábado, 1 de septiembre de 2012

La última cena y la sincronicidad

Muchas son las anécdotas y teorías ocultistas que acompañan a la obra del Maestro Da Vinci, pero hay una en particular que simepre me ha emocionado mucho y es la que a continuación voy a exponer. 

Se trata de la teoría de la sincronicidad de Jung llevada a un ejemplo práctico real que le ocurrió al maestro al pintar "La última cena".

Aquí pongo para los despistados una síntesis de la teoría. Sincronicidad (sin-, del griego συν-, unión, y χρόνος, tiempo) es el término elegido por Carl Gustav Jung para aludir a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal -sin ninguna relación causal aparente-».

Tardó 20 años en hacer realidad "La Última Cena", Leonardo Da Vinci, debido a que era muy exigente al buscar a las personas que servirían de modelos para su pintura. Tuvo problemas en iniciar la pintura porque no encontraba al modelo para representar a Jesús, quien tenía que reflejar en su rostro pureza, nobleza y los más bellos sentimientos. Así mismo debía poseer una extraordinaria belleza varonil. Por fin, encontró a un joven con esas características, fue el primero que pintó. Después fue localizando a los 11 apóstoles, a quienes pintó juntos, dejando pendiente a Judas Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado. Éste debía ser una persona de edad madura y mostrar en el rostro las huellas de la traición y la avaricia. Por lo que el cuadro quedó inconcluso por largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible criminal que habían apresado. Fue a verlo y era exactamente el Judas que él quería para terminar su obra, por lo que solicitó al alcalde le permitiera al reo que posara para él. 

El alcalde conociendo la fama del maestro Da Vinci, aceptó gustoso y llevaron al reo custodiado por dos guardias y encadenado al estudio del pintor. Durante todo el tiempo el reo no dio muestra de emoción alguna de que había sido elegido para modelo, mostrándose demasiado callado y distante. 

Judas a la izquierda señalando con la mano a Jesús en el centro.


Al final, Da Vinci, satisfecho del resultado, llamó al reo y le mostró la obra, cuando el reo la vio, sumamente impresionado, cayó de rodillas llorando. Da Vinci, extrañado, le preguntó el por qué de su actitud, a lo que el preso respondió: '¿Maestro Da Vinci, es que acaso no me recuerda?' Da Vinci observándolo le contesta: 'No, nunca antes lo había visto'. Llorando y pidiendo perdón a Dios el reo le dijo: 'Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro'.

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