miércoles, 7 de octubre de 2009

OSACAR WILDE

El 16 de octubre se cumple el 155 aniversario del nacimiento de Oscar Wilde. Nació en el seno de una acomodada familia dublinesa en el año 1854, el segundo de tres hermanos si bien su hermana pequeña murió a temprana edad, en el momento del nacimiento de Oscar su madre deseaba una niña así que Wilde durante los primeros años fue vestido asiduamente con ropas de niña conformando así el primer apéndice estrambótico en la personalidad de la vida del escritor.

El arte por el arte era la premisa básica del comportamiento vital y profesional de Wilde llevado a coleccionar cosas tan curiosas como porcelana china azul o plumas de pavo real. Pero no vamos ahondar en su biografía, documentación hay abundante ya sobre el tema.

Una forma de homenajear a tan insigne artista es a través del cine. La tentación de llevar a la gran pantalla obras de Wilde surgió pronto, ya en 1925, en los albores del cine mudo, el gran director Ernst Lubitsch rodó una adaptación en "El abanico de Lady Windermere" de la obra del mismo título, en la que se representa en clave de comedia el mal gusto y la mediocridad conservadora de la sociedad victoriana (algo que perdura en nuestra sociedad, ¿será consustancial al ser humano en gneral?). Años más tarde el discípulo de Lubitsch, Otto Preminger retomó la misma obra en otra adaptación realizada en el año 1949.

Otro gran clásico es "El fantasma de Canterville" realizada en 1944 por Jules Dassin (el fantasma era Charles Laughton). "El retrato de Dorian Grey" es otra obra llevada al cine en diferentes ocasiones quizás la más elegante adaptación sea la realizada por Albert Lewin en 1945 una gran película llena de mensajes secretos y subliminales que a todos recomiendo. "La importancia de llamarse Ernesto", una producción británica de 1952 dirigida por Anthony Asquitch o la bíblica "Salomé" llevada en diversas ocasiones a la pantalla, a destacar la versión de 1953 (Willian Dieterle). Estas son sólo algunas de las adaptaciones que se han realizado sobre obras de Oscar Wilde.

También han sido llevados, a películas de dibujos animados, algunos cuentos como "El Príncipe Feliz" o "El Gigante egoísta", cuento éste último en el que su hijo Vyvyan, también escritor y que firmaba con el apellido “Holland”, recordaba como su padre cada vez que les leía este cuento lloraba y al ser peguntado el porqué de sus lágrimas, respondía que las cosas bellas siempre le hacían llorar.




Para terminar con esta incursión en el cine, vamos a hacerlo con una referencia a películas biográficas sobre Wilde y así nos encontramos por ejemplo "Oscar Wilde" de 1960 “biopic” británico de Gregory Ratoff o la más reciente de 1997, protagonizada por Stephen Fry y dirigida por Brian Gilbet titulada "Oscar", centrada en el episodio más escabroso de la vida del artista protagonizado con Bosie (Lord Alfred Douglas) al ser acusado por prácticas homosexuales –sodomita- y que acabarían con el provocador Oscar en la cárcel, episodio que también fue llevado a las pantallas en 1960 por Ken Hughes en "The Trials of Oscar Wilde" y que llevó al artista a escribir su último y más desgarrador poema de su vida, "Balada de cárcel de Reading" y que dos años y medio más tarde, en 1900 le llevaría a la tumba en París.

"No vistió su chaqueta escarlata porque el vino y la sangre ya son rojos,
y sangre y vino había en sus manos cuando lo hallaron con la muerta,
la pobre que él amó y a quien en su lecho asesinara.

Caminó entre los jueces vistiendo el gris raídocon gorra en la cabeza y paso alegre y leve.
Pero jamás vi a nadie que mirara el día con igual ansiedad.
Jamás vi a nadie que mirara con ojos tan ansiosos
la pequeña tienda azul que los presos llaman cielo,
y a cada nube fugitiva que cruzaba con velamen de plata.

Confinado en otros patios con otras almas en pena me preguntaba
si había hecho algo grande o algo insignificante,
cuando una voz me susurró al oído «ese hombre va a la horca».

¡Cristo! Los muros de la prisión de pronto parecían tambalearse
y sobre mi cabeza era el cielo un casco de quemante acero.
Y aunque era yo un alma en pena, mi pena sentir no podía.
Supe qué pensamiento perseguido su paso apresuraba;
supe por quémiraba el día brillante con ojos tan ansiosos.
Había matado aquello que él amaba y tenía que morir.”

Fragmento con el que comienza el poema más desgarrador de Wilde, un grito del alma, en definitiva arte en estado puro con la realización de una obra magistral de alquimia, transformando lo oscuro, horrible y tenebroso en algo luminoso, hermoso y deslumbrante, algo sin otro lugar que el olvido en algo digno de ser recordado para la eternidad. Tras escribir estos versos el alma de Wilde se vació al punto de no volver a escribir nunca más y esperar morir, lo que aconteció el 30 de noviembre de 1900.

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