martes, 8 de febrero de 2011

Lucian Freud, el pintor de la lentitud.

Uno de los máximos referentes  –junto a Francis Bacon- de la llamada “Escuela de Londres”. La pintura de Freud se rebela contra todos los cánones de la pintura anterior, no sólo en lo relacionado con la belleza, sino también contra la abstracción del expresionismo abstracto dominante en la época. 

Pintor británico de origen alemán, hijo del arquitecto Ernst Ludwig Freud y nieto del creador del psicoanálisis. Su evolución pictórica se dirige hacia una figuración, próxima a los planteamientos de Otto Dix y Oscar Kokoschka en la "Nueva Objetividad", aunque no lograría su lenguaje más genuino hasta que afianzó la relación con Auerbach y Bacon.

Fue Francis Bacon quien le animó a sumergirse en la materia pictórica con absoluta libertad de las exigencias del dibujo. Sus pinceladas se volvieron rudas y angulosas, sin que ello supusiera traicionar su gusto por el detalle. Trabaja de manera deliberadamente lenta, limpiando su pincel en un paño después de cada movimiento. La obra de Freud es íntima, desgarrada, de una atracción "apabulladamente" desoladora, si se me permite la expresión y absolutamente perturbadora.

Como pequeño apunte musical añadiremos una hermosa canción, toda una oda al té de la mano lisérgica de Kula Shaker -uno de esos grupos enigmáticos que van y vienen sin previo aviso, dignos herederos del Harrison más psicodélico de la India y que el año pasado nos lo obsequiaron con un hermoso disco titulado Pilgrims Progress-; por el amor de Dios, beba té, "Drink Tea (for the Love of God!)".

4 comentarios:

  1. Divertida la canción de Orwell. El vídeo no es menos obra de arte que los cuadros de Freud —uno de las mayores autoridades del feísmo, por cierto. Decía Oscar Wilde que el realismo hace que la realidad se vuelva más fea; imagina lo que hace este tipo de pintura con vocación depresiva.

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  3. Me alegra que te halla gustado la canción, en cuanto a lo del feismo depende, como casi todo en estavida, del cristal con el que miremos. Un paisaje industrial, un pueblo deshabitado, un castillo abandonado pueden parecer cosas decadentementes e incluso algunas de ellas románticas o sencillamente una ruina o algo apestoso. Lo fácil es ver la hermosura en una rosa, ahora bien observar esa hermosura en el caos...ummm. No es una invitación a la decadencia y la depresión, todo lo contrario, es una loa al obtimismo vitalista de saber encontrar lo hermoso incluso en lo aparantemente feo.

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  4. Sí, hay una cierta belleza en todo, pero en todo hay grados... Es como quienes encuentran el teatro de Samuel Beckett optimista. Quizá lo sea, en algún sentido, pero hay que decir que los hay más optimistas. Y por lo mismo hay cuadros más bonitos que los de Freud; aunque la belleza no es precisamente a lo que aspiran. Más bien a la impresión o impacto emocional, y para eso sí que es útil el uso de la fealdad.

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