Todo comenzó una mañana, muy calurosa, de domingo cuando me dirigía al profundo Harlem al encuentro del mejor coro de gospel de la ciudad. No pude entrar pero a mi regreso me encontré con Mr.
Solomon. Él es el personaje que me inspiró esta exposición. Posa
de manera espontánea, natural,
cuan Príncipe renacentista sentado en su trono con su túnica-traje
bermellón del siglo XXI, sus lustrosos zapatos y su corona blanca;
exaltación de la belleza, del color y de la luz.
El calor de aquella mañana de verano perturbó mi mente y en aquellos delirios las imágenes se tornaron difusas, como desenfocadas y se fundían con el colorista entorno, un juego de luces, colores y formas se gestó..
Siempre he creído en la belleza como elemento curativo e intento plasmarlo en mi pintura. Si
en algún tiempo la belleza ha gozado de adeptos entre las élites
gobernantes, éste ha sido sin duda el Renacimiento en la Florencia
de los Medicci, momento mágico en el que los escultores y pintores
pasaron de ser artesanos anónimos a denominarse ARTISTAS y firmar
sus obras.
En
estos tiempos que corrren, la belleza no parece estar entre las preferencias de
patronos, banqueros y las élites dirigentes. La belleza no tiene
bandera conocida, la belleza no cotiza en bolsa, la belleza no es un
combustible ni una materia prima. Su misterio radica en su
inutilidad, en ser un camino que viene de ninguna parte y a ninguna
parte conduce. Pero entonces me pregunto humildemente ¿para qué
sirven tantas y tantas obras de arte expuestas en esos lugares, no sé
muy bien si denominarlos santuarios o mausoleos, llamados MUSEOS o en
pequeñas salas como la que nos encontramos?.
Y
humildemente respondo que, como la música, la literatura, esas obras
sirven para conosolar, para liberarnos de la aflicción de un mundo
en el que la dignidad humana es crucificada todos y cada uno de los
días.
Paul
Klee dijo una vez que "El
arte no reproduce aquello que es visible sino que hace visible
aquello que no siempre lo es", en
la esperanza de haber conseguido mínimamente alguno de estos
objetivos, deseo que disfrutéis de los "encuentros
en las dos orillas", Nueva
York, Zaragoza y sus gentes anónimas nos saludan. Hasta el próxima día 26 de mayo podréis disfrutar, de ésta, mi exposición en el Espacio Cultural Adolfo Dominguez -Puerta Cinegia-, Plaza de España, Zaragoza.
Sunny, es la canción elegida para terminar. Una canción de Bobby Heb -el único éxito que tuvo- y que viene interpretada por el gran James Brown y la Dee Fellece Trío, genial versión que funde de manera magistral el jazz y el soul.